El nuevo rol del periodista en la Argentina

No siempre es fácil adaptarse a los cambios que el avance de las tecnologías ocasiona tanto en la vida cotidiana como en las profesiones que elegimos. Hay que tener dinero, capacidad, actitud, aptitud y tiempo para adoptar los nuevos elementos. Pero más importante aún es saber entender que cambios acontecen en las conciencias de quienes los utilizamos. Allá en los comienzos de los 90, cuando entré en la carrera de Ciencias de la Comunicación, muchos soñábamos con una carrera periodística entendida como individual y egoísta. Queríamos trabajar donde sea y no nos importaba la identidad política y económica de los dueños. Comenzaba la era de los multimedios, y el objetivo era acomodarse sin cuestionar demasiado el nuevo orden. En mi caso particular hice una buena experiencia en los medios alternativos pero lo tomaba como una práctica y no como la real alternativa a la creciente concentración de medios. Sabía que Mónica y Cesar eran solamente dos lugares, pero eso no quitaba la pretensión de trabajar en alguna empresa de Clarín o del multimedios de América. Pero mucha agua corrió bajo el puente. La Argentina empeoró y el laburo se hizo escaso en todos los rubros. Quienes después del 2001 nos adherimos al proyecto nacional y popular que hoy encabeza nuestra Presidenta, hicimos un clic y nos dimos cuenta que los medios que tanto habíamos estudiado eran una trinchera más y que el famoso Clarín era un formidable enemigo. Por suerte esta batalla no fue en vano. Creo que por suerte la mentalidad de quienes ingresan a estudiar Comunicación ha cambiado. No todos se piensan como entes individuales sino que existe la alternativa de encarar emprendimientos colectivos y que además, quienes eligen transitar su camino en solitario, tienen los medios para su propio proyecto, sin necesidad de rebajarse a obedecer las órdenes de gente con antecedentes oscuros. Este avance es posible gracias al avance tecnológico que nos permite salir a la calle con pocos elementos y ejercer nuestra tarea de cronistas sin depender de un camión de exteriores. También se pueden montar medios barriales que pueden ser solventados con el esfuerzo colectivo. Pero estos cambios no traerán el fin del periodismo. Mientras haya algo que decir, no faltará quien tenga la voluntad de recoger las palabras y difundirlas